El pomelo me hace recordar a mi abuela Antonia. Recuerdo que cuando era pequeña ella se afanaba en hacernos comer medio pomelo cada mañana. Reconozco que nunca lo he podido soportar solo en ayunas por más que ella se empeñaba en ponernos media cucharadita de azúcar. A mi hermana pequeña y a mí jamás nos era suficiente aquella media cucharadita de café que nos ponía. Luego a escondidas cuando salía Doña Antonia de la cocina nos hacíamos un spring final hasta el azucarero y nos colocábamos los que nos parecía… menudas tramposas.
Mi abuela era muy sabia, también era un sargento al que no le gustaban las zalamerías, había vivido muchas cosas y desde luego sabía muchas cosas de cosmética y belleza más de las que contaba. Tenía la piel tersa y suave. Su juventud fue muy exagerada con lo que respecta al trabajo pero no de comidas… hablando de comidas, cocinaba muy bien. Así fue que la familia fe heredando un poco de ella. Primero mi madre y luego nosotras. La piel también la heredamos, mi madre y yo somos las que mas no parecemos en piel. Ni una arruguilla, como ella.
Ingredientes: Aceite de oliva, aceite de hueso de palma, aceite de palma, macerado de cascara deshidratada de pomelo en aceite de maíz, manteca de cacao, cera de abejas,hidróxido sódico, zumo de pomelo concentrado y aceite esencial de pomelo.
Propiedades: Bueno os dejo este jabón para que disfrutéis de las propiedades desintoxicantes que son especiales para descartar las impurezas de la piel. Nuestra dermis quedará luminosa, llena de vitalidad y una fuerza que nos hará rejuvenecer. Esta especialmente recomendado para personas con piel grasa o acné. Haciendo unas friegas con el jabón en las piernas podrás prevenir las varices, regenerar las células muertas y conseguir de estas un aspecto elegante, suave y cuidado.