Comienzo este post con una sonrisa en la boca ya que recuerdo la noche que hice este jabón. Vienro, lluvia, relámpagos y truenos. Mi casa estaba acogedora y solo estaba esperando la hora marcada para ponerme a jabonear. En otra parte de mi provincia había una reunión de personas meditando, yo me imaginaba que las fuerzas mentales que se estaban reuniendo estaban tan llenas de energía que en cada trueno o relámpago podía ver los rostros de los participantes. Comencé a calentar los aceite, a colocar todo sobre la mesa para poderme desenvolver correctamente en el tiempo. Afuera seguía lloviendo y yo pensando en Mercurio y en la fuerza y la voracidad de la tormenta cada vez que el viento golpeaba el agua contra el ventanal. Las tres luces de bajo consumo que tengo en el techo tintineaban, todo normal para semejante lluvia. Yo seguía con mis preparativos, que revuelve los aceites, que sacude colorantes ya que estaba llegando el momento de ponerse a hacer jabón. Comienzo tranquilamente, mi mente en la meditación a kilómetros de distancia, me decía:- Concéntrate toda esa gente está generando una enorme energía positiva hacia ti y tienes que aprovecharla.
Es el inicio, en mi cacerolita azul coloco los aceites, los blandos primero, los duros calientes después. Mido ambas temperaturas, la de los aceites y la de la sosa todo perfecto comienzo a revolver de forma manual,:- remena, remena, como dice mi profe. A media traza coloco la preparación en las jarras en las cuales previamente le había colocado los colorantes. Cojo la jarra de color blanco y justo cuando le voy a introducir la batidora zas!!! Se va la luz, plena oscuridad, silencio sepulcral y la lluvia y los relámpagos fuera. Suspiré, intente mantener la calma pero no veía nada, tuve que abrir las persianas para poder ver, con las manos en guantadas me acorde del móvil, lo active para que se encendiera esa minúscula luz. Tenía que darle unas cuantas vueltas al jabón que había en el resto de las jarras. Ahí pensé que no podía realizar la técnica que había pensado. Comencé a transpirar, los guantes iniciaron su propia inundación de sudor se escudriñaban por mis dedos. Pensé en todo, hasta en salir corriendo ya que no lo iba a conseguir. En esos segundo comencé a vislumbrar todos mis aparejos de jaboneo, el resplandor de un relámpago hico las veces de luz en el camino. Moví la mesa hacia la ventana lo máximo que puede y le dije al diablillo que tenía a mi izquierda metiendo inquina que se callar que yo era yo y podía con todo el desaguisado. Revolví a mano, hasta trazar las cuatro jarras, suerte que había elegido unos esenciales que no aceleraban la traza. Saque el vaso de tubo que iba a utilizar como columna y me puse a meter jabón en el molde. No sabía qué color estaba colocando en el molde, se comenzaban a espesar pero nada que no se resolviera con unas vueltas de cuchara.
Bueno, ahora estás viendo mi padecimiento. Este es el resultado de una noche de tormenta mercuriana. Yo estoy feliz, realmente no solo porque el jabón salió divino de la muerte sino porque conseguí mantener la calma y poder reaccionar en ese momento tan chungo para un jabonero.
Mercurio como nos influye y que simboliza (leer en éste link)